La ciudad de Bath, a 150 kms. al sudoeste de Londres, es conocida por sus aguas termales desde tiempos romanos. Ana Estuardo pasó varias temporadas en dicha ciudad antes de ser reina. Fue en el verano de 1702 cuando llegó por primera vez como soberana. Es a partir de entonces cuando la ciudad se transformó en un centro turístico de lujo que empezó a frecuentar la nobleza y la clase adinerada.
El impulsor de la transformación de la ciudad se debió a Richard Beau Nash, jugador profesional. Hizo de Bath la segunda capital inglesa y acabó sirviendo de modelo a otras ciudades europeas con balnearios, como la francesa Vichy o la bohemia Karlovy Vary, en la actual República Checa, que copiaron el código de buenas maneras impuesto en la población inglesa.
Anterior al siglo XVIII las clases altas europeas consideraban que el tomar baños era algo propio de la gente pobre y sin modales. Fue entonces, con la invención de la imprenta que posibilitó la divulgación de tratados de medicina y los beneficios de las aguas mineromedicinales, cuando cambió las ideas sobre la higiene. Los excesos que solían cometer los ricos con la comida junto con la falta de ejercicio, habían extendido dolencias como la gota, molestias musculares, reuma, problemas digestivos y cardiovasculares. Además, las mujeres de clase alta, apenas salían de sus casas, por lo que solían estar pálidas y sumamente debilitadas. Por tanto, a unos como a otras, tomar las aguas les permitía mejorar su salud notablemente.
Una vez establecido Nash en Bath y haber trabajado durante un tiempo como ayudante de ceremonias, se hizo un hueco entre la sociedad. Recaudó fondos entre los ricos turistas para pavimentar las calles, incorporó la iluminación, hizo limpiar las salas de baile, impulsó la construcción de nuevas casas, ensanchó algunas calles e incluso hizo adornarlas con flores, contrató a conjuntos musicales de moda en Londres para que amenizaran los bailes. También estableció un código de buena conducta que pusieron cierto orden en los balnearios y reglas en la forma de tejer relaciones sociales que fueron difundidas por escritores y periodistas como una especie de proyecto educativo de la población.
Vista aerea de Bath
El turismo que surgió en Bath no fue únicamente por motivos de salud, sino también para codearse con la flor y nata de la sociedad inglesa y como el lugar ideal para encontrar esposo.
Además, a Bath llegó un arquitecto, John Wood, que quiso redefinir la ciudad con la piedra caliza de sus montañas. Diseñó bellos edificios de inspiración clásica. Quiso reproducir la ciudad en tiempos de la Antigua Roma e ideó un foro, templos, arcos triunfales, un anfiteatro, circos y grandes baños. No obstante mucho de lo proyectado jamás se llevó a cabo por falta de presupuesto.
Royal Crescent
A partir de 1830, Bath comenzó a decaer. Surgían en Gran Bretaña balnearios urbanos que competían con la ciudad. También perdió mucha población. En 1700 contaba con unas 3.000 personas, en 1800 tenía 33.000, y en 1851 subió a 55.000. A partir de esa fecha su población cayó en picado hasta no más de 5.000. En los últimos años, con el resurgir del turismo de balneario, se ha activado este tipo de oferta. Hoy la ciudad, predominantemente turística, supera los ochenta mil habitantes. Actualmente Bath es Patrimonio de la Humanidad.
En la película de Saul Dibb La duquesa (2008) se ven bonitas escenas sobre el balneario.
Berta Carmona Barragán