La Sabina Canaria (Jupinerus Turbinata) es una conífera endémica de las islas que habita desde la costa hasta las medianias, principalmente crece entre los 200 y 600 metros de altitud, es un arbol que puede alcanzar gran talla, mas de 15 metros de altura, aunque lo normal es que tenga un porte achaparrado y no supere los 8-10 metros, es un arbol bastante emblemático en La Gomera y El Hierro que es donde mas abunda habiendo grandes superficies boscosas de esta especie, sobre todo en esta última isla donde el arbol es el símbolo vegetal de dicha isla y donde se encuentran las famosas sabinas retorcidas por el viento y que son un importante atractivo turístico de la isla, en La Palma estos arboles crecen de forma aislada y los unicos bosques o bosquecillos conocidos se encuentran en la desembocadura de dos barrancos en el noreste de la isla, también en el risco de la Concepción, en S/C de La Palma hay un pequeño bosque facilmente visible desde la avenida maritima y la entrada principal a la ciudad.
EL DRAGO DE LAS CANARIAS
El género Dracaena está representado en nuestras islas por dos especies arborescentes tipo “drago”. La primera, célebre desde hace varios siglos, corresponde a Dracaena draco (L.) L. subsp.draco, conocida como “drago macaronésico”, “drago común”, “drago canario”, “drago de Canarias” o “drago”, simplemente. La segunda permaneció inédita para la ciencia hasta el año 1998, fecha en que fue descrita como Dracaena tamaranae Marrero Rodr., R.S. Almeida & Gonz.-Mart., exclusiva de la isla de Gran Canaria.
La extensa literatura que se ha ido generando en torno a estas plantas se ha volcado sobre todo en los caracteres más llamativos o curiosos, como la edad y la corpulencia de ciertos ejemplares, los usos y propiedades de su resina, sus supuestas cualidades mágicas y todas aquellas fábulas que los relacionan con dragones fantásticos y con los mitos de la Atlántida, los Campos Elíseos, el Jardín de las Hespérides, las Afortunadas, etc. Algunas de estas cuestiones han polarizado la atención de numerosas publicaciones, quedando muchos aspectos de la naturaleza de estos vegetales, en particular los referidos a su biología, estatus taxonómico, ecología, historia evolutiva, distribución, etc., relegados a un segundo plano o incluso ignorados.
Es en la última década cuando diversos trabajos de investigación se han centrado en las cuestiones anteriormente señaladas, observándose un renovado interés por este grupo de plantas no sólo en el ámbito de los archipiélagos macaronésicos, sino también en el vecino Marruecos, donde en 1996 se descubrió una importante población de dragos en el Anti Atlas, siendo descritos como Dracaena draco subsp. ajgal Benabid et Cuzin, así como en otros territorios muy alejados de nuestra realidad geográfica en los que habitan otras dracaenas afines, en concreto en África oriental (en el entorno del Mar Rojo y el Cuerno de África), en la península de Arabia y en la isla de Socotora, en el Océano Índico.
Berta Carmona Barragán
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